María José Borsani

Sábado 6 de Junio, 2020

Por María José Borsani
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A la vertiginosidad con que se suceden los aconteceres del mundo globalizado se suma lo impredecible que resulta el condicionamiento de una pandemia. La realidad se ve sometida a un entramado de evolución y redefinición constante.

   En este devenir, y transcurridos ya casi tres meses sin clases presenciales, podemos situar diferentes momentos en la construcción de esta nueva forma de hacer escuela. El primer mes se ubica en un intento de acomodación ante el impacto y ante lo precipitado del acontecer se responde con un predominio de acción, se instala cierto “furor pedagógico” con demasía de buenas intenciones y actividades, de propuestas, trabajos, fotocopias y demás misceláneas variopintas. Se aprende a usar la tecnología para generar conectividad, y si no la hay se buscan modos alternativos para compensar y resituar la propuesta. En un exceso de responsabilidad y celo por la tarea se procura replicar lo cotidiano del aula en el hogar.

   El proyecto se prolonga en el tiempo y a esta etapa inaugural le sucede un nuevo escenario en el que se evidencian los límites del emprendimiento. Aparecen preguntas relacionadas al cómo sostener el proceso de enseñanza aprendizaje, a privilegiar cantidad o calidad del aprendizaje, a los contenidos nuevos que se avecinan y su correspondiente evaluación. Los cuestionamientos ponen en evidencia la importancia del vínculo que sostiene el acto pedagógico, lo irreemplazable de la figura del maestro y que la conectividad, necesaria de por cierto, no es garantía de aprendizaje. Se habla de cansancio psíquico en todos los actores de la escena, de exceso de pantalla, de múltiples demandas que se van resituando para dar paso a este tercer momento con el que despedimos el mes de mayo.

   Resignificando lo andado la argumentación se desliza de un tiempo de acción a uno de preguntas y desde este al de la reflexión.

   En este devenir se da una construcción sin precedentes, un contrato inédito entre el hogar y la escuela donde con mucho esfuerzo de ambas partes se ha puesto a más del 95 por ciento de la población educativa del país a trabajar pedagógicamente a pesar de las barreras existentes.

   En paralelo a este hecho extraordinario quedan al descubierto las grandes desigualdades dentro del sistema educativo, innegables, preexistentes, que en este momento deben ser particularmente consideradas para no ser profundizadas. A esta deuda, prioritaria, se suman otras, también de larga data, que interpelan las didácticas y sus supuestos al retornar en temas que no por reiterados pierden vigencia sino al contrario imponen su tratamiento aún en tiempos de pandemia. Surgen interrogantes que, a modo de emergentes, nos retornan a temas nodales, muchos de ellos planteados como antinomias o contradicciones, quizás erróneamente, pero es como se los puede expresar:

   • Alumnos homogeneizados, alumnos subjetivados.
   • Tiempos cronológicos o tiempos lógicos. Tiempos de aprender, tiempos institucionales, curriculares o tiempos subjetivos.
   • Anualización, gradualización, simultaneidad, sistemas educativos que conservan aún formas homogeneizadoras en un único recorrido posible con duración estándar según la progresión lineal prevista. Trayectorias educativas que priorizan una mirada subjetiva sobre cada alumno, caso a caso, no para todos lo mismo, respetando y valorando las diferencias existentes en todo grupo clase; constituyendo un recorrido singular para cada quien, a lo largo de los diversos años, ciclos y niveles de su historia escolar.
   • Métodos de enseñanza como pasos secuenciados que poco se preguntan por dónde transitan los procesos de aprendizaje de los estudiantes. Didáctica como el arte de enseñar e intervenir en los procesos de enseñanza aprendizaje. Reproducción, memorización, construcción, experimentación.
   • Cantidad o calidad. Escuela de la simulación. Alumnos nivelados. Aprender a aprender.
   • Problemas de aprendizaje, Problemas de enseñanza. Educabilidad, enseñabilidad.
   • Evaluación. Calificación. Autoevaluación, coevalualuación. Error y Corrección.
   • Acreditación, promoción.
   • Primarización de la sala de 5. Aprestamiento, constructivismo. Procesos de construcción del aprendizaje, productos acabados. Flexibilización curricular.
   • Articulación intra e interniveles e intermodalidades.
   • Escuela secundaria obligatoria y de calidad para tod@s.

Supuestos pedagógicos

Las reflexiones de este momento se ubican en deconstruir supuestos pedagógicos y sostener una mirada crítica hacia la didáctica tradicional. El meollo entonces es generar accesibilidad, que no pasa solo por la conectividad sino por la propuesta pedagógica que, como hoy se efectiviza en casa debe ser especialmente flexibilizada, didactizada y contextualizada.

   La pandemia trastoca temporalidades y espacios, sustrae la presencialidad, se lleva de la escena cotidiana a los pares y esto no es sin efecto en las infancias y adolescencias. Se pasa a estar en casa donde falta ese otro par, compinche insustituible con quien jugar, amar, acompañarse, pensar, constituirse, rivalizar y sostener aprendizajes académicos y sociales. Se sustrae el intercambio nutricio de la zona de desarrollo próximo, individual y colectiva. Se desdibuja la pregunta del otro, la provocación del que te interpela, lo inquietante de la presencia del otro. Así como se revaloriza el rol docente en esta etapa se revaloriza el rol del contexto, de la escena escolar, del lazo, del aporte del otro, el intercambio, la retroalimentación y surge el cómo compensar y andamiar esa sustracción.

Urge deponer el rasgo academicista de la escuela tradicional y privilegiar las propuestas diversificadas que incluyan la experimentación

Urge deponer el rasgo academicista de la escuela tradicional y privilegiar las propuestas diversificadas que incluyan la experimentación como forma de aproximación al contenido, transformando el contexto del hogar en una estrategia pedagógica. Por lo general los estudiantes llevan a la escuela materiales de los que se dispone en casa, hoy la escena se invierte y el desafío es que escuela encuentre en casa el recurso posible. En los hogares abunda un sinfín de materiales, texturas, olores, sabores, voces, sonidos, elementos de conteo variado, ejemplos de fuente de energía, de fuerza, de todas las operaciones matemáticas posibles, múltiples escritos con gran variedad de grafías, circulan textos informativos, académicos, periodísticos, instructivos teatralizados espontáneamente en el devenir de la cotidianeidad entre tantos otros recursos contextualizables. Tomar lo que habita en cada casa es una manera de construir y resignificar aquello que constituye la vida de aprendiz, es suponerlo dentro de casa como sujeto activo del aprendizaje, abierto a pensar, crear, decidir, imaginar, sentir y al hacer, es reconocerlo en una oferta educativa desde la perspectiva socio constructivista ecológico contextual.

   Son muchas las preguntas que la pandemia va dejando al descubierto, algunas históricas, otras coyunturales, pero todas pivoteando sobre lo que hacemos cotidianamente en las aulas, cómo lo hacemos, porqué y para quién lo hacemos que se enlazan y cuestionan el modelo de escuela que sustentamos, el paradigma desde el que pensamos y enseñamos.

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