María José Borsani

Sábado 12 de Diciembre  2020

Por María José Borsani
www.mariajoseborsani.com.ar

Finalizando ya el año lectivo se escuchan voces críticas que suelen decir, con más frecuencia de la que se quisiera oír, que el 2020 fue un año perdido a nivel escolar, que no hubo clases ni aprendizajes. Que todo fue muy disipado, desaprovechado, que no se aprendió nada, que los chicos perdieron el tiempo. El 2020 fue un año de pandemia, inédito, complejo por donde se lo mire, difícil para la docencia y el estudiantado, un año que conmovió lo más medular del sistema educativo al plantear el desafío sin precedentes de poner a la población estudiantil en situación de aprendizaje en los hogares. No hubo presencialidad pero si hubo clases expresadas en diversas formas de hacer escuela que se urdieron según coyunturas y contextos. La complejidad impide hacer una valoración general, menos aún única. Sí es posible una mirada crítica en consonancia con el momento y el plantear algunos puntos nodales a considerar.

Deudas

• La pandemia desnuda las grandes desigualdades al interior del sistema, inequidades históricas, innegables, preexistentes, urgentes, muchas agudizadas.

• La ausencia de conectividad impacta como barrera que vulnera un derecho. La conectividad es indispensable, aun sabiendo que no es garantía de aprendizaje. La tecnología mediatiza los aprendizajes, los potencia, su incorporación al escenario educativo fue un salto cualitativo, indispensable que venía demorado. Docentes y alumnos aprenden en simultáneo el uso de estos nuevos instrumentos tecnológicos que llegaron para quedarse.


Certezas

• La presencialidad es irreemplazable. El docente se erige como la figura insustituible que sostiene el acto pedagógico. El distanciamiento social no necesariamente fue la ausencia del otro y esto se vio plasmado en las múltiples formas en que los docentes llegaron a sus alumnos, garantizando la continuidad de los estudios.

• La suspensión de la presencialidad resta de la escena —entre otras cosas— a los pares, a esos otros imprescindibles e insustituibles. Se sustrae la presencia inquietante del otro, el intercambio nutricio que genera aprendizaje, la pregunta que interpela, convoca, desestabiliza, provoca. Y esto no es sin efectos.

• Al revalorizar el rol docente y del contexto se impone la necesidad de armar lazo porque sin lazo no hay escena pedagógica. Nos encontramos con docentes tratando de pensar sus aprendientes, subjetivarlos, imaginarizarlos, alojarlos, armar trama. Se resignifica el uso de las redes.

   "La presencialidad es irremplazable. El docente se erige como la figura insustituible que sostiene el acto pedagógico"

Pendientes históricos

La complejidad del momento interpela las didácticas y sus supuestos que emergen y apremian en problemáticas de larga data.

• Lógica homogeneizadora con un único recorrido posible estándar según la progresión lineal prevista. Anualización, gradualización, simultaneidad.

• Tiempos cronológicos, institucionales, curriculares. Métodos de enseñanza como pasos secuenciados que poco se preguntan por dónde transitan los procesos de aprendizaje de los estudiantes.

• Cantidad o calidad. Reproducción, memorización. Escuela de la simulación. Alumnos nivelados. Cumplimiento del programa, contenidos vacíos de sentido.

• Evaluación clasificatoria, homogeneizadora, igual para todos.

• Articulación intra e interniveles y modalidades.


Postulados

Este año desafía el pensar para quiénes se enseña, cómo, qué, para qué y desde dónde se enseña para llegar a todos y a cada uno desde el andamiaje, el lazo y la hospitalidad con una propuesta curricular que privilegie calidad por sobre cantidad y deriva en abrevar en los postulados de:

• Educación para Todos, Unesco. Paradigma crítico, socioconstructivo, ecológico contextual. Constructivismo dialéctico.

• Justicia social, curricular y cognitiva: currículum único, general y universal. Nuevas prácticas, mejores prácticas. Las mejores.

• Diversificación Curricular: respeta el derecho a una oferta educativa acorde a las necesidades de cada alumno, tiempos y modos de aprender. Múltiples formas donde todos acceden, todos se benefician con formatos variados y diversificados. Didáctica como el arte de enseñar e intervenir en los procesos de enseñanza aprendizaje.

• Transposición didáctica: saberes didactizados como garantía de accesibilidad. Acompañamiento activo en la construcción del saber.

• Secuencia didáctica: orden espiralado, construcción abierta, articulada. Problemas de enseñanza. Aprender a aprender.

• Enseñanza multinivel: un agrupamiento que aprende junto, aprendizaje significativo, colectivo y personalizado.

• Tiempos de aprender, tiempos lógicos, subjetivos. Trayectorias escolares que contemplan vicisitudes y recorridos singulares.

• Evaluación formativa. Autoevaluación, coevalualuación.



Construcción y deconstrucción

Fue un año que se construyó sobre la marcha, sobre la inmediatez y la incertidumbre pero no desde la nada. Se cimentó en saberes previos acuñados en años de ejercer la docencia que se pusieron en juego junto a nuevas formas de llegar, de enseñar, de estar con el otro.

Este ciclo lectivo también obligó a deconstruir supuestos pedagógicos y sostener una mirada crítica hacia la didáctica tradicional. El meollo se centra en generar accesibilidad, que no pasa solo por la conectividad sino por la propuesta pedagógica flexibilizada, didactizada y contextualizada a través de formas no tradicionales de producción pedagógica.

El tiempo de aprender es subjetivo y no puede ni debe ser establecido livianamente en años, meses y días o en edades ni cocientes, en contenidos dados y/ o aprendidos ni en trabajos entregados. El tiempo de aprender está íntimamente ligado con el aquí y el ahora de cada sujeto, con el ayer de la propia aunque breve historia, con la experiencia de vida, con el futuro, con modos personales de la construcción del saber, y condicionado por una amplia gama de variables que tienen que ver con aspectos más generales, socioculturales, económicos y pedagógicos.

En este 2020 condicionado por la pandemia se aprendió, y mucho. No se perdió el tiempo. Hubo aprendizajes significativos sobre vínculos, sentires, salud, cuidados, pérdidas, encuentros, lengua matemática, historia, música, educación física. Se aprendió mucho sobre la vida y la muerte.

El tiempo de aprender no se gana ni se pierde, se vive, se habita, se transita.

Incertidumbre: retorno gradual y progresivo, nueva presencialidad, copresencialidad, presencialidad discontínua, mixta o como se lo llame, que la idea de retornar a las aulas sea lo menos medicalizada posible, que no resurjan palabras-conceptos vinculados a normalizar y a homogeneizar. Que no se hable de atraso, de déficit, de recuperar tiempos, de nivelar ni de acelerar, de repetición, sobreedad ni fracaso escolar, que no se reaviven modalidades que profundicen segmentaciones ni desigualdades, más de una vez provocadas por la misma propuesta escolar.

Celebración: este es el sentido del volver a las aulas, el del encuentro con el otro desde la presencialidad que se anhela concretar en el 2021. Que predominen palabras impregnadas de profunda humanidad, que den bienvenidas, que armen trama con la voz, el cuerpo, la subjetivación, con el reencuentro, con el vínculo, con el cuidarnos y con el cuidar a los otros, con el cuidar la creatividad, la imaginación y los gestos éticos del enseñar.

Seguramente la certeza esté en abrir las aulas con tapabocas, con alcohol en gel, con la debida distancia social pero también con la debida sensibilidad, amorosidad y solidaridad que requiere el momento.
 

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